La rutina de Carlos III: el rey que vivió el mismo día durante 30 años

Curso Historia de España - Carlos III: el rey que vivió el mismo día durante 30 años
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¿Te imaginas vivir cada día de tu vida exactamente igual durante más de 30 años? Esa fue la realidad de Carlos III, uno de los monarcas más importantes de la historia de España. Su jornada estaba meticulosamente planificada, sin margen para la improvisación. En este artículo, exploramos la estricta rutina de Carlos III y cómo su estilo de vida marcó su reinado. Si te interesa conocer en profundidad la rutina de este rey ilustrado, sigue leyendo.
Tabla de contenidos
Carlos III: de Nápoles a España
Antes de convertirse en rey de España, Carlos III fue monarca del Reino de Nápoles. Era hijo de Felipe V y su segunda esposa, Isabel de Farnesio. Su destino cambió cuando su medio hermano, Fernando VI, murió sin descendencia en 1759. Fue entonces cuando Carlos VII de Nápoles se convirtió en Carlos III de España.
Desde su llegada al trono español, Carlos III destacó por su pragmatismo. Confiaba en sus ministros y llevó a cabo importantes reformas modernizadoras. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue su inquebrantable rutina diaria.
Una vida planificada al minuto
Carlos III organizó su vida con una disciplina férrea. Desde la hora de levantarse hasta el momento de dormir, todo estaba cuidadosamente estructurado. La rutina del monarca era la misma sin importar en qué palacio se encontrara.
El calendario anual de Carlos III
A lo largo del año, Carlos III y su corte se desplazaban entre diferentes residencias reales siguiendo un calendario fijo:
Enero – Domingo de Ramos: Palacio de El Pardo.
Mitad de Pascua – Finales de julio: Palacio de Aranjuez.
Finales de julio – Otoño: Monasterio de El Escorial.
Otoño: Palacio de La Granja de San Ildefonso.
Principios de diciembre: Regreso a Madrid para pasar la Navidad.
Este itinerario garantizaba que el rey estuviera siempre en el lugar más adecuado según la estación del año.
La rutina diaria de Carlos III
Independientemente del palacio en el que estuviera, el día a día de Carlos III era meticulosamente organizado:
06:00: Despertar, aseo y oración.
06:50: Vestirse.
07:00: Desayuno: una o dos tazas de chocolate y un vaso de agua.
07:30: Misa.
08:00 – 11:00: Trabajo en su despacho.
11:00: Conversaciones con su familia, confesor o ministros.
12:00: Audiencias.
12:30: Almuerzo en compañía de la corte.
Verano: Siesta de una hora.
Tarde: Caza, su gran pasión.
Invierno: Partida de cartas tras la caza.
Última hora de la tarde: Reunión con ministros.
21:30: Cena privada.
22:30 – 23:00: Oración y descanso nocturno.

La caza como terapia contra la depresión
Carlos III era un apasionado de la caza, una actividad que practicaba diariamente. No solo la veía como una forma de entretenimiento, sino también como un remedio contra la depresión. Su padre, Felipe V, y su hermano Fernando VI sufrieron graves problemas mentales, y el monarca creía que la caza le ayudaba a mantenerse sano.
En los Sitios Reales, rodeado de naturaleza, encontraba el equilibrio que necesitaba para sobrellevar las cargas del poder.

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Alimentación y hábitos curiosos de Carlos III
El rey era moderado en su alimentación, aunque tenía ciertas preferencias que mantenía con disciplina:
Su desayuno consistía siempre en chocolate caliente de una confitería madrileña.
El agua que bebía provenía exclusivamente de la Fuente del Berro, transportada a cada residencia real.
Su vino favorito era el de Borgoña, que solía beber mezclado con agua.
Un rey educado y de carácter afable
Carlos III era un monarca recto y sereno. De modales tranquilos, rara vez alzaba la voz y siempre trataba a su entorno con respeto. Fue un esposo fiel a María Amalia de Sajonia, con quien tuvo varios hijos, entre ellos su sucesor, Carlos IV. La reina falleció prematuramente a los 36 años, lo que sumió al rey en una profunda tristeza.
La muerte de Carlos III
Carlos III gozó de buena salud hasta los 72 años. Sin embargo, la muerte de su nuera, su hijo favorito y su nieto lo sumió en una profunda depresión. Poco después, cayó enfermo y no tardó en fallecer el 14 de diciembre de 1788 en El Escorial.
Su muerte marcó el final de una era en España. Poco después, la Revolución Francesa sacudiría Europa y cambiaría el rumbo de la historia.
